domingo, 1 de abril de 2012

Temas para reflexionar y para la homilía: Jueves Santo


Conmemoramos tres Misterios. 
1) Institución de la Eucaristía.

Jesús tomó pan, lo bendijo y lo partió, diciendo: Tomad y comed, porque esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros.
Lo mismo hizo con el cáliz, diciendo: Este cáliz es la Nueva Alianza sellada con mi sangre.
Jesucristo se queda para siempre en la Eucaristía; vivo y glorioso, como está en el cielo.



2) Institución del Sacerdocio.

Jesús trasmitió a los apóstoles y a sus sucesores el poder de hacer presente el Sacrificio de la Cruz. Les mandó: Haced esto en memoria mía.
Los apóstoles y sus sucesores actuarán en nombre y en persona de Cristo.
Serán sacerdotes del Sacrificio de la Nueva Alianza en la que Cristo, Cordero de Dios, se ofrece cada día al Padre por los pecados de todos los hombres.
Al participar en la Santa Misa nos unimos a la Víctima divina, Jesucristo, que acoge nuestra ofrenda y la presenta al Padre.



3) Mandamiento del Amor.

En la intimidad del Cenáculo, el Señor nos indicó cual debe ser el eje de nuestras relaciones con Dios y con los hombres: el amor.
Un amor lleno de obras de servicio. Un amor a la medida del Corazón de Cristo:
Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado. En esto conocerán que sois discípulos míos.
El Catecismo Enseña

610. Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los Doce Apóstoles, en la noche en que fue entregado.
En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre, por la salvación de los hombres:
Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros.
Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados.



611. La Eucaristía que instituyó en este momento será el memorial de su sacrificio.
Jesús incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla.
Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad.



1337. El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin.
Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor.
Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno, constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento.


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