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domingo, 25 de marzo de 2012

Misión de los Laicos: Enviados a Amar.


Solo dentro de la dignidad de los laicos, mencionada en el capitulo anterior, se puede definir  su vocación y su misión  en la Iglesia y en el mundo. La vocación santidad mencionada en el apartado anterior  esta ligada íntimamente a la misión y a la responsabilidad confiada a los fieles laicos.

 La santidad  es un presupuesto fundamental  y una condición  insustituible  para realizar la misión  salvífica de la Iglesia; por que solo el que permanece en el Señor  dará mucho fruto, por que sin el no podéis hacer nada.

La misión de los fieles laicos es la misión de la Iglesia; es decir <<Salus Animarum >> la salvación de las almas, la unidad del todo el genero humano  y la unión de los hombres como pueblo de Dios con su Señor.  La misión de la Iglesia deriva de su propia naturaleza, tal como Cristo ha querido: la de ser <<signo e instrumento  de unidad de todo el genero humano>>.

La misión tiene como finalidad  dar a conocer  a todos  y llevarles  a vivir  la nueva comunión que en el Hijo de Dios  hecho hombre  ha entrado en la historia del mundo. En el contexto de la misión de la Iglesia  el Señor confía a los fieles laicos, en comunión con  todos los demás  miembros  del pueblo de Dios  una gran parte de responsabilidad.
Dar fruto es una exigencia  esencial de la vida cristiana  y eclesial. El que no da fruto no permanece en la comunión. La comunión con Jesús, de la cual deriva la comunión con los cristianos entre si, es condición absolutamente indispensable para dar fruto. La comunión  genera  comunión  y se configura  como comunión misionera. La comunión y la misión están profundamente unidas, pues la comunión representa  a la vez la fuente y fruto de la misión.

Llamados a evangelizar. Los laicos por  ser miembros de la Iglesia, tienen la misión  y la vocación  de ser anunciadores del Evangelio, son habilitados y comprometidos con los sacramentos de  la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo.
Es en la Iglesia donde se concentra y se despliega la entera misión de la Iglesia  a  cuyo caminar esta invitado el fiel laico, a ir por todo el mundo a predicar la Buena Nueva. Por la evangelización la Iglesia  es construida  y plasmada  como comunidad de  fe;  y solo una nueva evangelización  puede asegurar el crecimiento  de una fe  límpida y profunda. Es a  los fieles laicos  a quienes le corresponde testificar  como la fe cristiana constituye  única respuesta  plenamente valida  a los problemas y a las expectativas  que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad.

Una  tarea especial de los fieles laicos es superar la ruptura entre el Evangelio y la vida, y para esto hay que llevar a la realidad las palabras del siervo de Dios Juan Pablo II “¡no tengáis miedo! ¡Abrid, abrid de par en par las puestas  a Cristo!”.  
Los fieles tienen su parte que cumplir en la formación de esas comunidades eclesiales, con un gran empuje y con la acción misionera en quienes todavía no creen  o ya no viven en la fe recibida en el Bautismo.  Y una de esas maneras es una sistemática catequesis; la acción de los fieles se revela hoy  cada vez más necesaria  y valiosa. Pues la Iglesia  tiene que dar hoy un gran paso debe entrar en una nueva etapa de la histórica de su dinamismo  misionero.

Los fieles laicos están llamados a vivir el Evangelio sirviendo  a la persona y a la sociedad. La Iglesia se constituye  en comunidad evangelizada y evangelizadora  y, precisamente por esto, se hace sierva de los hombres. Y allí encuentran su raíz los laicos de su participación en la misión de servir a las personas y a la sociedad.  Por eso el hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer  en el cumplimiento de su misión, él es la primera vía fundamental de la Iglesia.

Redescubrir  y hacer descubrir  la dignidad inviolable de cada persona humana  es una tarea urgente, esencial,  actual, central y unificante que la iglesia y en ella los fieles laicos están llamados  a prestar a la familia humana.
Esta dignidad  personal de todo ser humano  exige  el respeto y  la promoción  de los derechos de la persona humana.  Se trata de unos derechos naturales,  universales e inviolables. La inviolabilidad de la persona es reflejo de la misma inviolabilidad de Dios; la misión  y la responsabilidad  de reconocer la dignidad personal  de todo ser humano  y de defender el derecho a la vida  es tareas de todos, aunque algunos laicos sean llamados  a ello  por un motivo particular.se trata de los padres, los educadores, etc.

El matrimonio y la familia  constituyen el primer campo  para el compromiso  social de los fieles  laicos. Lugar primero de humanización  de la persona y la sociedad.  Deben de convencer a la familia de su dignidad de primer núcleo  social de base y de su original  papel en la sociedad.

Dentro de la misión del laico también esta  su participación en la vida política, pues su vida cristiana  y su caminar por los senderos de la caridad, no puede estar separada de la justicia; se debe preocupar por implantar un bien común, pues es allí donde encuentra  la política su criterio básico, como bien de todos los hombres  y de todo el hombre. Y unos de los fruto de la actividad política   ha de es la paz, los fieles laicos no pueden permanecer  indiferentes  ante todo lo que es negación o puesta en peligro  de la paz.

En conclusión, la misión de los laicos está en estrecha relación con su naturaleza, en definitiva es implantar el Reino de Dios en la tierra, es llevar a los hombres a Dios, es buscar la salvación de las almas en todos los ámbitos y momentos  de su vida como cristiano, como el estado en el que se encuentre; dando un testimonio de Jesús y anunciando al mismo tiempo su vida su palabra y sus obras. Dibujando en su vida el rostro amoroso de Cristo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Naturaleza de los Laicos: Ser Cristianos


Para poder definir cuál es la naturaleza y misión de los laicos, es necesario enmarcarlos dentro de la Iglesia; no solo como trabajadores o colaboradores de la misma, sino como miembros de Ella, pues no solo pertenecen a la Iglesia, sino  que son Iglesia; como mediadora entre Jesús y los hombres, pues de Él nos viene la salvación y la alcanzamos por su Iglesia.
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El punto de partida es resaltar, que solo dentro de la Iglesia como misterio  de comunión se revela  la identidad de los fieles laicos, su original dignidad.
La constitución Lumen  gentium, afirma que con el nombre de laicos, se designan a todos los fieles  a excepción de los ministros del orden y los del estado religioso sancionado por la Iglesia.
La naturaleza de los laicos es: ser Bautizados. Por este sacramento han sido incorporados a Cristo por medio del Bautismo, por Cristo a su iglesia, por Cristo han sido hechos hijos en el Hijo y participes de su triple oficio lo cual subraya un aspecto de la gracia y de la dignidad del laico, del bautizado.

El Bautismo los hace participes  a su modo del oficio sacerdotal, profético  y real  de Cristo. El Bautismo los regenera  a la vida de los hijos de Dios; nos une a Jesucristo y a su Cuerpo que es su Iglesia; nos une en el Espíritu Santo constituyéndonos  en templos
Espirituales. El santo Bautismo es, un nuevo nacimiento, es una regeneración. Por él somos hechos hijos de Dios en su unigénito Hijo.

Los bautizados son inseparablemente  miembros de  Cristo y miembros del cuerpo de la Iglesia, los laicos por el Bautismo son incorporados de forma mística, pero real  al cuerpo crucificado y glorioso de Jesús. Mediante este sacramento  Jesús une al bautizado  con su muerte para unirlo a su resurrección y lo reviste del hombre nuevo.
El fiel laico por la regeneración  y la unción del Espíritu Santo, son consagrados como casa espiritual; mediante la efusión bautismal y crismal  participa en la misma misión de Jesús el Cristo, el Mesías y Salvador.

Participes del triple oficio de Jesús.
La participación de los fieles laicos en el triple oficio de Jesús, tiene su raíz  en la unción del Bautismo, su desarrollo en la Confirmación, y su cumplimiento en la  Eucaristía. Jesús enriquece a su Iglesia con sus dones en cuento que es su Cuerpo y su Esposa. En consecuencia cada fiel laico participa del triple oficio de Jesús  por que es miembro de la Iglesia, Nuevo Templo.

El oficio sacerdotal es consecuencia en el laico de su incorporación  a Jesucristo, pues al estar unidos a El están unidos  a su  sacrificio en el ofrecimiento  de si mismo  y de sus actividades, incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan  pacientemente,  se convierten  es sacrificios espirituales  aceptables  a Dios por Jesucristo.

La participación en el oficio profético  de los fieles laicos los lleva a acoger  con fe  el Evangelio y a anunciarlo  con la palabra y con las obras  sin vacilar  en denunciar el mal  con valentía, unidos a Cristo el gran Profeta.

Los fieles laicos son llamados al oficio real por Jesucristo para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia. Viviendo la realeza cristiana antes que nada, mediante la lucha espiritual  para vencer en si mismo  el reino del pecado; y después  en la propia entrega  para servir. En la justicia  y en la caridad, al mismo Jesús  en los mas pequeños.

La común dignidad bautismal  asume en el fiel laico una modalidad que le distingue  si separarlo del presbítero, del religioso y de la religiosa. Esta modalidad  ha sido señalada por el Concilio Vaticano II con la palabra  <<Secular>> que es propio y peculiar de los laicos. Aunque todos los miembros de la iglesia  son participes de la índole secular, lo son formas diversas, pero los laicos la tienen en una  modalidad propia  de actuación y función. Es el lugar en que les es dirigida la llamada de Dios; es una modalidad  destinada  a obtener  en Jesucristo  la plenitud de su significado.

El mundo se convierte en el  ámbito  y en el medio de vocación  de los fieles laicos, no han sido llamados a abandonar  el lugar que ocupan en el mundo, parafraseando las palabras de Monseñor Escrivá podemos decir, los fieles están llamados a santificar el mundo, a santificar a los del mundo y a santificarse en el mundo. Pues son llamados por Dios  para contribuir, desde dentro  a modo de fermento, a la santificación del mundo  mediante el ejercicio de sus propias tareas.
De este modo e ser y el actuar  en el mundo son para  los fieles laicos  no so.l0o una realidad antropológica  y sociológica, sino también  una realidad teológica y eclesial. La índole secular del fiel laico debe ser entendida sobre todo en sentido teológico. La condición eclesial  de los fieles laicos  se encuentra radicalmente definida por su novedad cristiana y caracterizada por su índole secular.

La dignidad de los fieles laicos se nos revela cuando consideramos  esa primera y fundamental vocación: la vocación a la santidad, o la perfección en la caridad. La cual no es una opción del bautizado; sino un deber suyo, por el cual debe esforzarse cada día.  Esta consigna  no es una simple  exhortación  moral, sino una insuprimible  exigencia del misterio de la iglesia. Único y fundamental medio de salvación.
Todos los fieles  están invitados y deben  tender a la santidad  y a la perfección  en el propio estado. Para llegar al pleno desarrollo de su consagración, la cual empezó en el Bautismo.