martes, 3 de julio de 2012

Ser Sacerdote

Cristo, centro, criterio y modelo del legionario.


La vocación al sacerdocio es
Un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor.
Un llamado a ser puente entre Dios y los hombres.
Un llamado a seguir en el mundo, para salvarlo, pero sin ser del mundo.
La decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos a salvar sus almas y hacer este mundo más como Dios lo pensó.
La vocación al sacerdocio no es
Un sentimiento: se suele decir que "siento la vocación". En realidad la vocación no se siente. Es, más bien, una certeza interior que nace de la gracia de Dios que toca mi alma y pide una respuesta libre. Si Dios te llama, la certeza irá creciendo en la medida de que tu respuesta vaya siendo más generosa.
Un destino irrevocable (ineludible): Muchos creen que el que tiene la vocación "se va porque se va". No. La vocación es un misterio de amor y el amor es siempre libre. Si yo no respondo con generosidad, el llamado de Dios queda frustrado.
Un refugio para el que tiene miedo a la vida.
Una carrera como cualquier otra: es una historia de amor.
Una seguridad matemática: en la vocación sacerdotal tienes que aceptar el riesgo del amor, pero recuerda que es un riesgo en manos de Dios.